domingo, 10 de octubre de 2010

La patológica soledad

Ya es menos cotidiano pero más perceptible por consecuencia.

Lo que antes se confundía con cruda o malestar hoy se clarifica con sobriedad.

Quien se imagina al leer sobre el avatido por las balas o sobre el suicida, las lecturas que le llenaron un momento en el laberinto de la vida.

Quien se imagina los gustos de que si el huevo le gustaba estrellado o revuelto, tierno o volteado. No, la imaginación es sobre la decisión, sobre el dolor, sobre la tormenta, sobre el instante. Y les dejamos solos, más solos, sin posibilidad de explorar con su recuerdo la vida que decidieron vivir, disfrutar, trascender.

Por eso acompaña la soledad, por el recuerdo no superado, por el momento no aceptado, por el seco sabor a sentirse acompañado de la sequedad, de la soledad.