lunes, 1 de noviembre de 2010

Garrick... -Reír llorando- Juan de Dios Peza (1852-1910)

Reír llorando

Viendo a Garrick, actor de la Inglaterra,
el pueblo al aplaudirlo le decía:
Eres el más gracioso de la tierra y el más feliz.
Y el cómico reía.

Víctimas del spleen los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez ante un médico famoso,
llegose un hombre de mirar sombrío:
-Sufro -le dijo- un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.

Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.

-Viajad y os distaeréis. -Tanto he viajado
-Las lecturas buscad -Tanto he leido-
Que os ame una mujer - ¡Si soy amado!
-Un título adquirid -Noble he nacido.

¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas
- ¿De lisonjas gustáis ? - ¡Tantas escucho!
-¿Que tenéis de familia?...-Mis tristezas
-¿Vais a los cementerios?... -Mucho, mucho.

¿De vuestra vida actual tenéis testigos?
- Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.

-Me deja- agrega el médico -perplejo
vuestro mal, y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrick podéis curaros.

-¿A Garrick ? -Sí, a Garrick...La más remisa
y austera sociedad lo busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡tiene una gracia artística asombrosa !

-Y a mí me hará reir?-Ah, sí, os lo juro !;
él, sí, nada más él...Mas qué os inquieta?...
-Así -dijo el enfermo -no me curo:
¡Yo soy Garrick ! Cambiádme la receta.

¡Cúantos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reir como el autor suicida
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay ! ¡ Cuántas veces al reír se llora!..
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro rie!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestras plantas pisa
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto;
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.

domingo, 10 de octubre de 2010

La patológica soledad

Ya es menos cotidiano pero más perceptible por consecuencia.

Lo que antes se confundía con cruda o malestar hoy se clarifica con sobriedad.

Quien se imagina al leer sobre el avatido por las balas o sobre el suicida, las lecturas que le llenaron un momento en el laberinto de la vida.

Quien se imagina los gustos de que si el huevo le gustaba estrellado o revuelto, tierno o volteado. No, la imaginación es sobre la decisión, sobre el dolor, sobre la tormenta, sobre el instante. Y les dejamos solos, más solos, sin posibilidad de explorar con su recuerdo la vida que decidieron vivir, disfrutar, trascender.

Por eso acompaña la soledad, por el recuerdo no superado, por el momento no aceptado, por el seco sabor a sentirse acompañado de la sequedad, de la soledad.

viernes, 18 de junio de 2010

Se nos ha muerto otro imprescindible

“La tarea más seria, más auténtica del ser humano, es comprender. No digo comprenderse a sí mismo, eso no se puede, pero intentar comprender la historia y la sociedad en la que vivimos. Y sospecho que no nos preocupamos mucho por ello”.

José Saramago.

Hasta pronto.

Dicen que está muerto. Se refieren al cuerpo, su mente se dispersó entre todos. Ganamos uno más para la mente colectiva. Somos más sabios, más complejos, más vivos.

Lo único lamentable es que ya no creará por interacción, sino que transferirá su creación a infinitas interacciones que continúan.

He aquí la mía.

martes, 9 de marzo de 2010

Se nos ha muerto un imprescindible

Adiós al poeta Tito Maniacco, de Udine (23 de enero de 2010)

Por el inmortal Carlos Montemayor, desde aquí yo también le saludo.


Dicen que el día de ayer mi amigo emprendió un largo viaje.
Sé que los poetas estamos acostumbrados a dilatadas travesías.
A veces las iniciamos desde nuestra mesa, desde la ventana, desde una página en blanco.
Nuestros largos viajes no son para descubrir o conquistar territorios; cuando logramos regresar, a menudo nos damos cuenta de que sólo pudimos comprender los territorios que son nuestros.
No lo hacemos tampoco porque deseemos estar en muchos lugares, salvo en ciertos sitios, en algunos instantes.
No podemos permanecer para siempre en la mujer que hemos amado, en el abrazo del sol y de las tierras que han sido también nuestra familia.
No podemos extender para siempre el brindis con los amigos fraternos y disertadores, que cantan y discuten hasta que despiertan el alba.
Tampoco viajamos para alcanzar el aliento de la poesía que nos guió:
sí para escuchar nuestro corazón, que no quiere entender.
Dicen que mi amigo ha emprendido un largo viaje.
Me imagino que se trata de una nueva jornada hacia la luz.
Una luz ahora lo recibe, lo comprende y le explica cómo somos.
Quizás, tras el túnel de luz que ha recorrido, lo recibe un aliento suave de aurora, acaso un velo gris de silencio, o tal vez un pequeño poblado que está de fiesta.
Me parece ver el pueblo en los valles de los Prealpes.
¿O será en lo alto de las cordilleras del Yang-Tsé?
¿En aquella cadena de montañas, las conocidas como las murallas de Chiang Tsun, donde termina pronto el verano y llegan los vientos fríos del norte, donde las águilas vuelan sobre las cumbres y su vuelo parece un dibujo, se asemeja a un pensamiento?
Quería regresar ahí, acaso.
O posiblemente estamos en la página en blanco de su viaje. Ahí levanta los brazos y nos llama, somos parte de esa fiesta que no termina, parte de ese largo viaje que a cada uno de nosotros nos sigue buscando, nos sigue recibiendo.
Lo distingo allá, a lo lejos.
Levanto la mano para saludarlo.
Pero sé que viaja entre nosotros.

lunes, 1 de marzo de 2010

Carlos Montemayor

Ayer murió Carlos Montemayor.

En la Jornada escribieron un requiem colectivo.

Pero el escrito por él, es el más elocuente.

Ese que escribe sobre la muerte de su amigo poeta Tito, muerto hace un mes. Es su requiem. Lo hizo en la cama, luego de sus curaciones, luego de una noche cercana al día que dejó de estar sin dejar de ser.

Toda la poesía de este instante no llena la fina sensibilidad de lo que hizo con nosotros. Pero sí da forma a lo que ahora estamos haciendo con él, conmigo, con su idea, con la esencia de ser dejando de estar.

Al leerle navego por su mente, me presta sus ojos y su voz, su apreciación, su profunda mirada, sus palabras, nuestras palabras.

Su gusto por la clandestinidad que tanto encontró y toco con especial tacto.

Hace mil años que dejaste de estar sin dejar de ser.

lunes, 22 de febrero de 2010

Ver y vivir

Cuando la certeza de que la vida se acaba está en el presente y el futuro es muy corto, ¿qué hay que hacer?, ¿voltear hacia atrás?, ¿mirar la belleza?, ¿entrar en la mente de los otros?, ¿anhelar los status de quien vive y goza sin la certeza de que la vida se acaba?, ¿hacer la última estrategia que implique querer decir: yo viví?, ¿sí existí?, ¿no me olviden?, ¿preguntarse cómo es que a esto se llegó?.

Cuando la certeza de que la vida se acaba llega, la luna es distinta, las noches también y los planes igual. La postura cambia, los músculos se preparan y la belleza expresa la mayor intensidad. Ese reflejo es el que te permite distinguir que el juego comienza a finalizar. Gracias por jugar, un mundo de nueva vida también espera su turno.