viernes, 26 de junio de 2009

Ícaro de quién, Teatro de nadie.

Lamento mucho, más que otras tantas cosas, que hayas tenido que partir sin siquiera decir adios.

El café se enfrió, tu asiento dibujó el vacío y tu estela apenas se percibió.

Lamento no conocer desde donde miraste para partir así.

Los comensales son testigos de tu súbita ausencia.

Lamento mucho haberte visto fugaz.

Lamento mucho tu silencio.

Lamento y me come el lamento, me quema la braza del aliento quemado, me quemo por dentro.

Donde estés, escucha mi lamento, que en otro tiempo fuí Alejandro.